Con la ola de inseguridad y violenciaque se vive en Ecuador, las emociones pueden llevar a reaccionar de manera diferente a la habitual o desproporcionada frente a ciertas situaciones. ¿Es natural?
Una persona calmada puede presentar reacciones sorpresivas por su intensidad frente a amenazas que siente que no puede controlar.
Frente a las situaciones que vive el país es inevitable que tengamos reacciones distintas a las usuales. “Los actos que están ocurriendo implican una pérdida de control de lo que nos sucede, tememos por nuestra vida y la vida de quienes conocemos y queremos” dice la psicóloga clínica Maria Gabriela Ottati.
Explica que las primeras reacciones frente a amenazas como las que estamos viviendo son la ira, el miedo o la parálisis, (el conocido fly, fight or freeze). Son las respuestas a la desconexión momentánea de la corteza prefrontal, que es la que permite afrontar los eventos con un criterio razonado. Personas que normalmente son muy calmadas en su comportamiento, de pronto tienen reacciones sorpresivas por su intensidad.
Ante una situación amenazante, como que la vida nos pregunta: ¿Qué vas a hacer con esto? ¿Cómo vas a enfrentarlo? La respuesta tiene que ayudar a contener a los otros para que el mundo siga avanzando. “Es tremendo, pero a la vez maravilloso, porque nos dirige al sentido del propósito, el cual te permite remontar y volver a conectar con la comunidad”.
Cuando hay un sentido de propósito comunitario, la comunidad sana. “Hacer algo por los demás sana. Y esos “demás” pueden ser la esposa que se estresó, la hermana que se asustó, porque la primera comunidad de los seres humanos es su familia. Cuando yo me calmo y contengo a mi familia, la comunidad se beneficia”.
Por otro lado, recomienda no quedarse únicamente en el consumo de noticias sino también hablar en familia de lo que esa información provoca en cada uno. En los niños se debe fomentar hablar de los sentimientos, pero sin dramatizar.
¿Cómo mantener la esperanza de tiempos mejores cuando hay una guerra interna declarada? “Yo creo que ahí hay que fijarse en la historia. Desde mi óptica personal como creyente no solo tengo fe en Dios sino en la capacidad de la humanidad para mejorar, gracias a los ejemplos que nos da la historia. Todo pasa”, concluye la psicóloga.