A veces las críticas, reseñas y recomendaciones buscan enganchar al público solo con mencionar que una película ganó «X» cantidad de premios; los reconocimientos son importantes, por supuesto, pero creo fervientemente que más allá de los galardones, las mejores películas son las que perduran, las que logran vencer la fragilidad de la memoria.
Este es el caso de ‘Anatomía de una caída’, filme dirigido por la gran cineasta francesa Justine Triet, protagonizada por Sandra Hüller como Sandra Voyter, Swann Arlaud como Vincent Renzi, Milo Machado-Graner como Daniel Maleski y Messi, el maravilloso perrito que se ha ganado el cariño del público.
Justine Triet es una directora y guionista francesa de gran talento, que en cada nuevo trabajo busca plasmar su sello personal y contar historias que se destaquen por su profundidad. Sus guiones y filmes han sido reconocidos en importantes festivales a nivel mundial como el Festival de Cannes. En su edición del 2023, ganó la Palma de Oropor ‘Anatomía de una caída’.
Triet, a partir del guion escrito junto a Arthur Harari, desarrollaron esta excelente historia, que, bajo el manto de un relato judicial, somos testigos de las tribulaciones de Sandra Voyter, sospechosa del asesinato de su esposo. El talento de Triet consigue una trama que posee varias capas: una disección de las relaciones interpersonales, de las crisis de pareja, las perspectivas de los hijos en medio de estas guerras y el papel de los medios de comunicación en la generación de opiniones dentro de la sociedad actual. Todos estos elementos están presentes en el relato y no decae en ritmo, puesto que, en lugar de buscar giros innecesarios o descubrimientos de pistas, profundiza en retratar sentimientos, potenciando miradas, silencios y sensaciones.
Sandra Hüller, reconocida actriz alemana, actualmente es una de las mejores intérpretes a nivel mundial, da vida a Sandra Voyter. Hüller es un ejemplo absoluto de calidad actoral, equilibra perfectamente sus reacciones a medida que el relato se va desarrollando; consiguiendo que como espectadores nos olvidemos que estamos ante una película, al punto de palpar la tensión, desolación e impotencia que el devenir de los acontecimientos provoca en ella.