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Las bandas narcodelictivas, dedicadas a las extorsiones, han creado prácticamente un «Estado paralelo»: controlan territorios para después establecer un sistema de impuestos, sostiene el coronel Roberto Santamaría, jefe policial de Nueva Prosperina, uno de los distritos más violentos de Guayaquil.

Después de imponer el terror mediante amenazas, se aseguran una recaudación empleando muchas veces menores de edad que son inimputables bajo la ley ecuatoriana. Otra facción se encarga de atacar a quienes resisten o incumplen.

En una fase más sofisticada del delito, un grupo cede a otro «la administración» de su área por una suma regular de dinero.

Por ello, es que el coronel Santamaría se refiere a las bandas de extorsionadores como un músculo financiero y bien armado. 

En un solo conjunto de 2.000 viviendas en Nueva Prosperina, según Santamaría, a cada una le cobran hasta USD 2 diarios; lo que representa unos USD 120.000 al mes en ganancias.

Y el negocio puede ‘ganar’ hasta USD 200.000 por el cobro a transportistas de buses urbanos, quienes incluso se niegan a entrar a barrios peligrosos de Nueva Prosperina. 

Extorsiones en toda América Latina 

Desde México hasta Colombia, Ecuador y Perú, pasando por El Salvador, Honduras o Guatemala, la extorsión ha minado la seguridad ciudadana. 

Sus millonarias ganancias lo sitúan detrás del narcotráfico o la trata de personas, y puede ser más rentable que la minería ilegal, según fuentes de inteligencia consultadas por la AFP.

En el caso de Perú, al dueño de un negocio en Lima, una banda le exigió una «matrícula» de instalación de USD 13.300 y una mensualidad de USD 1.300.

«Estoy andando casi a escondidas porque me imagino que ellos ya han estudiado todo, y saben dónde vivo, dónde desayuno, dónde almuerzo, dónde pernocto», señala este hombre de 40 años que oculta su verdadera identidad por temor.

Pequeños y grandes comerciantes, transportistas, núcleos residenciales y poblados completos son víctimas de organizaciones locales o internacionales.

En Perú la extorsión, incluso, tocó las puertas del fútbol. El atacante internacional Paolo Guerrero estuvo a punto de desistir de jugar para el club César Vallejo por amenazas a su familia.

Tiguerones, entre las bandas ‘famosas’

La extorsión es como un mismo mal con múltiples nombres: en Perú son Los Pulpos, en Colombia es el Clan del Golfo yen Ecuador, Los Tiguerones. 

También está el temido Tren de Aragua de Venezuela, la organización de mayor expansión del último quinquenio con presencia en Colombia, Chile, Ecuador y Perú.

El Ejército capturó a un presunto miembro de Los Lobos en Tonsupa en poder de un revólver y de volantes usadas en extorsiones.

Estos grupos se han transformado en «empresas criminales» en busca de mercados y «socios en otros países», señala el fiscal peruano anticrimen Jorge Chávez.

Pese al poder de amedrentamiento de estas bandas, las denuncias se han disparado.

El año pasado Perú recibió 19.401 frente a 4.119 en 2021, un aumento del 471% en dos años.

En Ecuador, que enfrenta una inédita arremetida del narco, las denuncias se incrementaron en 482%, pasando de 2.801 casos en 2021 a 13.500 hasta septiembre de 2023.

Mientras que en Colombia, donde por décadas guerrillas y paramilitares también han extorsionado, la cifra se ha cuadruplicado desde 2012: 2.316 casos frente a 9.297 el año pasado, según todos datos oficiales.

Y en México se denuncia una extorsión cada hora, de acuerdo con el gremio de empresarios Coparmex.

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