En Echeandía, provincia de Bolívar, el invierno ha golpeado con fuerza a sus habitantes. En el centro de la ciudad, más de 20 viviendas están en riesgo de colapsar por estar ubicadas a orillas del malecón por donde atraviesa el río Soloma.
Mientras que en la zona rural no hay caminos vecinales y los agricultores deben ingeniárselas para lograr sacar sus productos a la venta.
Esto ocurre en siete comunidades de la parroquia El Camarón. Desde finales de enero, su medio de transporte es una olla de 400 litros.
Esa olla se ha convertido en la esperanza para más de 1.000 habitantes de las comunidades de Carimara, Cruz Loma, La Pradera, Guarumal, San Miguel de Cañitas, Las Cañitas y Selva Alegre.
La construyeron en una minga, recuerda Luis Quinotoa. Ese día, cuando la lluvia también los dejó sin carretera, hubo un estruendo que bajó la plataforma y terrenos de pastizales se perdieron por la fuerza de la naturaleza.
Edwin Túqueres, dueño de una fábrica de lácteos, les donó 120 metros de cable y la olla para que entreguen la leche. Entre los 1.000 comuneros construyeron la tarabita de manera artesanal.
Colocaron cuatro maderos, dos de cada lado, luego con poleas reforzaron la olla con el cable. Dentro del utensilio cabe una persona adulta y un niño. Deben pasar sentados y bien encomendados al Creador para no caer.
Con miedo de caer
María Caisaguano cuenta que pasan “con el corazón en la mano”, porque temen que la olla se vire. “Pero no tenemos más opciones para pasar nuestros productos y debemos vencer el miedo ante la necesidad”, lamentó Lucía.
En esas seis comunidades producen cada día 1.500 litros de leche. También cultivan naranjilla, naranjas, yuca, verde, maíz y más productos de la Costa.
Esta carretera los comunica desde Echeandía-Camarón-Las Naves, pero a 10 minutos de llegar al recinto Carimara quedó la quebrada de 120 metros de largo y 50 de profundidad y unas tres cuadras sobre la montaña con peligro de seguir derrumbándose.
“Estamos incomunicados. Ya no podemos vender mucho ni comprar muchos víveres porque es pesado y cansado caminar”.Inés Pérez.
normal
Luis Quinotoa dice que antes se hacían unos 45 minutos desde Carimara hasta el centro de Echeandía. Ahora la larga caminata toma tres horas antes de llegar a la tarabita.
Los habitantes han hablado con las autoridades de Echeandía y aseguraron que la respuesta que les dieron fue “que no se puede hacer nada por el peligro que representa meter las maquinarias al lugar y que debemos esperar hasta el verano”.
Pero los 1.000 habitantes de estas siete comunidades no tienen otra opción que seguir sorteando el peligro en la olla-tarabita y ruegan a Dios que nadie se enferme a gravedad, porque no podrían trasladarlo a tiempo a una casa de salud.
Cada domingo, en dos horarios de ida y de vuelta, una ranchera los espera cerca del sitio donde esta la tarabita para hacer que el trasladado con productos no sea tan pesado.
Los otros días de la semana, desde hace dos meses, les ha tocado ir a pie hasta Camarones, cuya distancia es más de una hora.
Muchas afectaciones
El alcalde Marco Viscarra recalca que el cantón ha tenido afectaciones graves desde 2023 y con las lluvias de este año la situación ha empeorado.
Asegura que han presentado el plan de contingencia y están a la espera de los recursos necesarios para atender la emergencia. Solo Echeandía requiere de al menos USD 4 millones para trabajos en la zona urbana y rural, aseguró el alcalde.
Mientras llegan los recursos, la Prefectura y de la Municipalidad de Santo Domingo de los Tsáchilas ayuda con maquinarias para habilitar las vías bloqueadas por deslizamientos, como un tramo de la vía Camarón-Las Naves.
En el centro de la ciudad, socializan una medida para la reubicación de más de 10 locales comerciales que están en la rivera del río y temen que con otra lluvia colapsen.