Los teléfonos inteligentes actuales, tanto con sistema operativo Android como iOS, incorporan mecanismos para evitar sobrecargas. Una vez que la batería alcanzael 100% de carga, el flujo de energía se interrumpe.
Este sistema de protección evita incidentes graves como el sobrecalentamiento extremo o fallos eléctricos críticos. Aun así, la práctica de dejar el dispositivo conectado durante varias horas después de alcanzar la carga completa puede acelerar el proceso natural de degradación de la batería.
Por qué se deteriora la batería con esta costumbre
Las baterías de ion de litio, utilizadas por la mayoría de los smartphones actuales, están diseñadas para operar de manera eficiente en un rango específico de temperatura. Cuando un teléfono permanece enchufado durante horas, pequeñas fluctuaciones de carga ocurren cada vez que el dispositivo se activa para recibir notificaciones, ejecutar procesos en segundo plano o actualizar aplicaciones.
Estas microcargas continuas generan un estrés innecesario sobre la batería, que en condiciones ideales debería mantenerse en reposo una vez cargada.
Los impactos en la batería
El daño no se manifiesta de forma inmediata, pero sí acorta la cantidad de ciclos de carga que la batería puede soportar. Un ciclo se contabiliza cada vez que se consume el equivalente al 100% de la batería, aunque no sea de una sola vez.
Las investigaciones técnicas de fabricantes y laboratorios coinciden que mantener el teléfono al 100% durante largos periodos, como ocurre por la noche, reduce la capacidad de retención de energía con el tiempo.
Además, cargar el teléfono encendido incrementa la probabilidad de que esos procesos de fondo activen el consumo energético de forma intermitente, obligando al cargador a iniciar nuevas sesiones de recarga que no son necesarias.
El impacto térmico de cargar con la funda puesta
Un factor adicional que suele pasarse por alto es el uso de fundas protectoras durante la carga. Aunque cumplen una función clave para proteger el equipo frente a impactos, muchas de ellas (especialmente las fabricadas en silicona, goma u otros materiales aislantes) dificultan la disipación del calor.
El proceso de carga genera calor como subproducto. Si este calor no se libera adecuadamente, la temperatura interna del dispositivo puede elevarse por encima del umbral recomendado por los fabricantes (entre 0 °C y 35 °C). Exponer la batería a este entorno repetidamente acelera su degradación y puede afectar tanto la eficiencia como la seguridad del dispositivo.
En algunos casos, el exceso de temperatura ha sido asociado con fallos en la electrónica interna del dispositivo y, en situaciones extremas, con riesgos de seguridad para el usuario.
Prácticas para prolongar la vida útil de la batería
Los expertos en tecnología coinciden en una serie de recomendaciones clave para cuidar este componente esencial del smartphone:
- Mantener el nivel de carga entre el 20% y el 80% tanto como sea posible.
- Evitar dejar el dispositivo conectado durante la noche o durante largos periodos sin supervisión.
- No usar el teléfono mientras se encuentra en proceso de carga, ya que esto eleva su temperatura.
- Retirar la funda del dispositivo antes de cargarlo, sobre todo si es de material aislante.
- No permitir descargas completas de batería de manera habitual.
- Usar cargadores originales o certificados, evitando los accesorios genéricos o de baja calidad.
- Activar el modo de ahorro energético cuando no se requiere el máximo rendimiento del sistema.
El mantenimiento de la batería no depende solo de grandes decisiones. En muchos casos, los detalles cotidianos son los que determinan si un dispositivo conservará su rendimiento por varios años o comenzará a mostrar señales de desgaste prematuro.
Cargar el teléfono por la noche con la funda puesta puede parecer inofensivo, pero implica una exposición prolongada a calor innecesario. En un entorno donde cada grado de temperatura influye, quitar la funda antes de cargarlo o interrumpir la costumbre de dejarlo enchufado toda la noche puede marcar una diferencia tangible.