A los 6 años, Paul Alexander, conocido actualmente como «el hombre del pulmón de acero”, contrajo polio y quedó paralizado desde el cuello para abajo.
Eso ocurrió en la ciudad de Dallas, en 1952. Décadas después, este martes, el estadounidense, quien acaparó titulares con frecuencia debido a que vivía dentro de un cilindro de metal que actuaba como pulmón artificial, falleció, a los 78 años.
Ese año una epidemia de dicha enfermedad arrasó Texas, su estado natal. A pesar de que las autoridades de salud pública cerraron bares, cines y cualquier otro lugar público donde pudiera propagarse el virus, se registraron miles de casos y decenas de muertes.
Aunque su padecimiento lo dejó sin movilidad e incapaz de respirar por su cuenta, Alexander se graduó como abogado, ejerció como profesional, realizó diversos hobbies, como pintar, y escribió un libro sobre su vida llamado «Tres minutos para un perro: mi vida con un pulmón de hierro».
En uno de los arrebatos cómicos que lo caracterizaba, bautizó al artefacto, quecumplía la función de dicho órganomediante un sistema de cilindros de aire que comprimían sus pulmones, como «su viejo caballo de acero».
Alexander superó por completo las expectativas de los médicos, quienes no solo preveían que iba a tener una muerte prematura, también consideraban sumamente improbable que pudiera abandonar por completo el equipo.
Alexander se graduó de la escuela secundaria y , en 1984, consiguió su título en Derecho por la Universidad de Texas en Austin. Con el pasar de los años aprendió a respirar sin el artefacto, y aunque solo podía hacerlo por cortos periodos de tiempo, esto posibilitó que viviera más experiencias por fuera de su hogar.
«Sabía que si iba a hacer algo con mi vida, tendría que ser algo mental», le dijo al diario The Guardian en 2020. Aquel mismo año se desató la pandemia por el Covid-19. Alexander, lejos de convertirse en una víctima más, finalizó su libro, el que escribió con un palo que sostenía con su boca para pulsar los botones de un teclado.
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Si bien en la década de los 60, cuando la polio ya había sido prácticamente erradicada en el occidente por el arribo de una vacuna, los cilindros metálicos conocidos como pulmones artificiales fueron reemplazados por ventiladores, Alexander prefirió quedarse dentro de su «su viejo caballo de acero», al que ya se había acostumbrado.
Se hizo conocido a nivel mundial cuando fue reconocido por el Libro Guinness de los Récords como la persona que vivió más tiempo en un pulmón de acero. En las fotos que se incluyen del recuento de su vida, sorprende a internautas porque siempre en casi todas esboza una sonrisa, sin importar las dificultades que atravesaba.