Yamila tiene un aire a Naomi Campbell que considera su referente y como ella la fuerte personalidad llegó antes del físico privilegiado:
“En la escuela siempre fui buena alumna pero me sentí como el patito feo y me molestaban porque era alta, delgada y morena, hasta que me convertí en un cisne (se ríe). En la etapa de la pubertad cambié mucho y las personas que me molestaban fueron las mismas que me querían invitar a salir o me preguntaban que hacía para tener mi cintura tan delgada y caderas anchas”, recuerda la adolescente aficionada a la pintura, los clásicos de Disney y la saga “Crepúsculo”.
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Hija de una basquetbolista y de un ingeniero civil -divorciados cuando tenía tan solo 2 años-, Yamila se crió en Sauces con su mamá, sus dos hermanas mayores y su sobrino de 4 años. Cuando se graduó en el Liceo Cristiano de Guayaquil pensó estudiar medicina forense y mercadeo pero llegó la pandemia y el encierro reavivó sus deseos de vencer el miedo siendo actriz o modelo. “Hice castings virtuales con agencias de Egipto y China y mientras me ilusionaba con una posible contratación me enviaron una publicación acerca de un casting para el reality de belleza de Virginia Limongi en Ecuavisa. Mi amigo, el maquillador José Meléndez, me dijo que tenía todo para hacerlo”, acota Yamila que ya tenía experiencias locales como “Beauty Model” (la protagonista de la foto es la piel y el maquillaje, que es complementado por el atractivo de la modelo), promotora y unos cuantos desfiles de moda. “Nunca tomé clase de modelaje pero ensayaba frente al espejo y seguía tutoriales de YouTube. Creo en el trabajo y la persistencia”, finaliza la joven guayaquileña, cuya fe en Dios no tiene límites.
El oficio de modelar
En el reality de Ecuavisa Yamila se afianzó como modelo y conoció a mucha gente de la producción que la animaron a seguir con esta profesión. “Terminé séptima pero conecté con el público y sentí que era el principio de algo más grande”, explica la mujer que debe el cambio de rumbo de su vida al gigante chino.
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“Sin la pandemia estuviera estudiando medicina en Guayaquil pero un casting virtual me abrió las puertas a una agencia que me escogió e hizo todo el papeleo para el visado de trabajo. Ironía del destino: el país que desencadenó un drama sanitario mundial me contrató y me dio la oportunidad de vivir mi sueño. Era mi primer viaje fuera de Ecuador. Acá todos me decían que me cuide de la trata de blancas pero me encomendé a Dios y viajé con escalas a Panamá y Turquía donde una pareja de turistas argentinos me ayudaron con los trámites. Siempre hubo angelitos en mi camino”, detalla la modelo que descubrió una nueva forma de trabajar: “Acá no hay categorías en el modelaje. Puedes hacer pasarelas, uñas, cuerpo… Mi primer trabajo fue de nueve horas y media y uno de los retos era de tratar la mayor cantidad de poses posibles en un minuto. Más rápido te mueves mejor te va. Europa impone la moda pero en este momento China maneja tantas marcas que se convirtió en una máquina a producir moda, siento que después de esto podré lograr lo que sea en otro país”.