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La invasión Rusia a Ucrania, que ya cumple tres años, ha marcado un hito en la historia de la tecnología militar.
El conflicto, considerado por muchos como la primera “guerra de drones”, no solo ha demostrado el potencial de estas máquinas voladoras en el campo de batalla, sino que está moldeando el futuro de la guerra moderna.
Según New Scientist, los drones, utilizados en otras ocasiones en conflictos bélicos previos, nunca antes habían tenido un impacto tan trascendental.
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Este fenómeno, con drones operando a gran escala tanto en tierra como en aire y mar, ha captado la atención de ejércitos de todo el mundo, que observan con interés cómo esta tecnología está cambiando las reglas del juego.
La tecnología de drones avanza a un ritmo acelerado
Los drones militares, aunque en uso desde hace más de dos décadas, han evolucionado notablemente con el tiempo.
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Desde que los drones Predator fueron utilizados por Estados Unidos en los 2000s, la tecnología ha avanzado considerablemente. En la actualidad, tanto Rusia como Ucrania han fabricado más de un millón de drones en 2024, lo que evidencia la magnitud de su uso en este conflicto.
La rapidez con que se despliegan estas herramientas de guerra ha superado todas las expectativas.
Como señala Oleksandra Molloy, experta de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia, los drones “han llegado para quedarse” y, de acuerdo con su evaluación, “el punto de no retorno se alcanzó en 2022”.
Esto implica que la evolución de esta tecnología es irreversible y continuará siendo una pieza clave en las futuras confrontaciones bélicas.
A nivel global, las naciones están adaptándose a esta nueva realidad. Muchas están desarrollando estrategias para incorporar drones en sus fuerzas armadas, planeando su fabricación y entrenamiento.
A medida que los países invierten en estos sistemas, surgen preguntas sobre la capacidad de los ejércitos para mantenerse a la vanguardia de la tecnología, dado que el ritmo de desarrollo es tan rápido que cualquier inversión podría volverse obsoleta antes de ser utilizada en combate.
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La producción y desarrollo de drones a gran escala
El futuro de la guerra con drones no solo está en el terreno de la tecnología avanzada, sino también en la capacidad de los países para producirlos en masa.
Un ejemplo de esto es Estados Unidos, que está centrando sus esfuerzos en la producción rápida de drones de bajo costo, lo que marca un cambio respecto a la estrategia anterior de producir una cantidad limitada de drones de alta gama, como los Predator. Esta estrategia responde a la necesidad de enfrentar a una amenaza cada vez más masiva y diversa.
En Europa, países como Letonia están trabajando en una base de fabricación de drones para suministrar a Ucrania y, en el futuro, reforzar su propia capacidad interna.
El Reino Unido, por su parte, ha encargado a la Real Fuerza Aérea que pruebe la tecnología de enjambres de drones, una táctica de guerra emergente que podría cambiar la forma en que se libran los conflictos.
La rapidez con que estos drones deben ser producidos también ha planteado nuevos desafíos. En lugar de los tradicionales ciclos de desarrollo de años, en Ucrania se habla de un ciclo de 40 días, lo que permite una adaptación más ágil a las necesidades del campo de batalla.
Sin embargo, este enfoque también puede generar riesgos, ya que la tecnología avanza tan rápidamente que las grandes inversiones en hardware pueden volverse obsoletas antes de ser implementadas.
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Problemas logísticos: la dependencia de las cadenas de suministro internacionales
Uno de los grandes retos en la guerra de drones es la dependencia de las cadenas de suministro internacionales, especialmente de los fabricantes chinos.
El caso de Skydio, un fabricante estadounidense de drones sancionado por China por vender equipos a Taiwán, resalta la vulnerabilidad de estas cadenas.
A raíz de esta sanción, las entregas de componentes vitales, como baterías, se vieron interrumpidas, lo que afectó la capacidad de producción de drones en Estados Unidos.
Tanto Rusia como Ucrania han intentado mitigar este riesgo desarrollando capacidades locales para la fabricación de componentes críticos, como baterías y controladores de vuelo.
De esta forma, ambos países buscan reducir su dependencia de proveedores externos y minimizar los cuellos de botella en tiempos de conflicto.
Sin embargo, Estados Unidos aún no ha resuelto completamente este problema, especialmente en lo que respecta a los componentes más básicos.
La soberanía tecnológica en la producción de drones
La capacidad de una nación para desarrollar, fabricar y operar drones de manera independiente es cada vez más crucial.
Molloy destaca que la soberanía en la producción de drones ofrece un control total sobre la tecnología y ayuda a mitigar las vulnerabilidades de las cadenas de suministro internacionales.
Esta independencia permite a los países evitar las restricciones políticas de compra y las interrupciones en el flujo de componentes vitales, lo que podría ser un factor decisivo en un conflicto prolongado.
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El desafío de la defensa contra los drones
Un problema significativo es la incapacidad de predecir qué tipos de drones se utilizarán en los próximos conflictos. La falta de conocimiento sobre las futuras evoluciones de los drones complica el desarrollo de contramedidas efectivas.
En Ucrania, ya se utilizan drones pequeños para reconocimiento y ataque, junto con drones de mayor tamaño, como el Lancet de Rusia, y drones de largo alcance con capacidades estratégicas.
Estos ataques provienen de diferentes alturas y velocidades, lo que requiere una defensa multifacética.
Los analistas coinciden en que las costosas soluciones de misiles no serán efectivas contra enjambres masivos de drones pequeños.
En cambio, el futuro de la defensa contra drones será “económico, sostenible y multidimensional”, según Kallenborn. Esto implica una defensa por capas que combine radares, sensores, misiles, cañones, jammers y drones interceptores, capaces de neutralizar tanto grandes drones como enjambres pequeños.
¿Pueden los drones reemplazar completamente a los soldados humanos?
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Una de las grandes preguntas que surgen en este nuevo escenario de guerra es si los drones podrán reemplazar completamente a los soldados humanos.
Ucrania ha comenzado a experimentar con sistemas no tripulados en el frente de batalla, realizando ataques completamente automatizados con drones.
Sin embargo, Molloy es clara en su análisis: “Los drones por sí solos no pueden ganar guerras. Todavía necesitamos humanos para mantener el terreno. Actualmente, los drones no pueden hacer esto”.
Aunque la tecnología de drones podría evolucionar hasta un punto en que puedan reemplazar a los soldados en algunos aspectos, aún está lejos de lograrlo por completo.
El futuro incierto de la guerra de drones
La guerra de drones en Ucrania está acelerando un cambio en la naturaleza misma de los conflictos bélicos. Si bien esta tecnología es aún joven, su impacto es profundo y continuará evolucionando.
A medida que los países adaptan sus capacidades militares y defensivas, la guerra con drones podría convertirse en la norma en los conflictos del futuro.
Lo que es seguro es que, a medida que las naciones invierten en esta tecnología, deberán reconsiderar su enfoque de defensa y prepararse para un nuevo tipo de guerra, mucho más ágil, rápida y tecnológica.