El lunes, Julian Assange, el fundador de WikiLeaks, enfrenta una audiencia crucial en su proceso de extradición a Estados Unidos. En esta audiencia, el Tribunal Superior de Londres decidirá si aprueba su entrega o si le permite continuar apelando en el Reino Unido.
Los jueces Victoria Sharp y Adam Johnson evaluarán concretamente si son satisfactorias las tres garantías ofrecidas a la corte por el Gobierno estadounidense sobre el tratamiento que recibirá en ese país, que la defensa argumentará que son insuficientes.
La presencia física o por vídeoconferencia de Assange en esta vista será una incógnita hasta el último momento, debido a su precaria salud física y mental.
Tras escuchar a las partes, el tribunal decidirá bien el mismo lunes o en otra fecha si acepta las garantías de Washington, que lo reclama por 18 presuntos delitos de espionaje e intrusión informática por las revelaciones de su portal, que en 2010 y 2011 expuso abusos del Ejército estadounidense en Irak y Afganistán.
Si las da por buenas, se podrá ejecutar su extradición, que el Gobierno británico ya aprobó en junio de 2022.
En este caso, la defensa planea pedir una orden cautelar al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) para frenarla, con el fin de iniciar un proceso en esa corte de Estrasburgo (Francia).
Si, por contra, los jueces consideran defectuosas una o todas las garantías, el programador informático podrá recurrirlas en un nuevo juicio de apelación en Inglaterra.
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Las garantías de EE.UU.
El pasado 26 de marzo, el Tribunal Superior dictó que Assange podría recurrir su entrega en base a tres de nueve argumentos presentados por su defensa en un juicio previo en febrero si EE.UU. no ofrecía las mencionadas garantías.
Estas debían asegurar que, de ser juzgado allí, el australiano de 52 años no será castigado con la pena de muerte -ilegal en el Reino Unido-; no será discriminado por su nacionalidad no estadounidense y podrá ampararse en la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, que protege la libertad de expresión.
En una comunicación diplomática a la corte en abril, el Gobierno de Washington aseguró que, si Assange es extraditado, «no se verá perjudicado por razón de su nacionalidad en relación a la defensa que elija plantear en el juicio o de cara a la sentencia».
«Concretamente, podrá plantear e intentar ampararse durante el juicio (lo que incluye cualquier vista para sentencia) en los derechos y protecciones que ofrece la Primera Enmienda», dijo, si bien matizó que la decisión sobre si ésta se le aplica «corresponde exclusivamente a los tribunales de EE.UU».
Washington también afirmó que «no se pedirá ni se le impondrá la pena de muerte», pues el programador informático no está acusado de ningún delito castigado con la pena máxima.
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Stella Assange, esposa del procesado y madre de sus dos hijos menores, estará presente en la sala el lunes y prevé hacer declaraciones tanto antes como después de la vista. Mientras, en la calle se espera una gran manifestación de simpatizantes del antiguo ‘hacker’.
Assange está desde abril de 2019 en prisión preventiva en la cárcel londinense de alta seguridad de Belmarsh, después de que EE.UU. reclamara su entrega.
Previamente, tras su detención inicial en 2010 a instancias de Suecia por un caso hoy archivado, estuvo bajo arresto domiciliario y, entre 2012 y 2019, refugiado en la embajada de Ecuador en Londres, que eventualmente le retiró el asilo político.