Bajo la condición de «adoptar, en el plazo de treinta días, oficio, arte, industria o profesión si no tuviere medios propios de subsistencia» y “no cometer nuevos delitos”, Fausto Montaño salió de la cárcel del Servicio Penitenciario Federal, en Buenos Aires, Argentina, tras la aprobación de su libertad condicional.
Era marzo del 2017 en ese entonces y Montaño, que tenía 51 años y era oriundo de Bolivia, daba sus primeros pasos de vuelta por la ciudad capitalina. Había conseguido un voto de confianza por parte de las autoridades, quienes consideraron que había logrado adecuación y apropiación de hábitos laborales, educacionales y normas sociales, según informó el medio regional Infobae.
La sentencia que acababa de cumplir le había sido impuesta en diciembre del 2013, después de que la Policía encontró más de 21 kilos de clorhidrato de cocaína fraccionados endos mil envoltorios cilíndricos dentro de su automóvil marca Renault.
Meses antes de dicho hallazgo él ya había sido aprehendido junto a su pareja, Rufina Andia López, por poseer una bolsa con 940 gramos de clorhidrato de cocaína, con fines de comercialización, que habían sido descubiertos por efectivos en la finca de la mujer, ubicada en la avenida Perito Moreno y Riestra de dicha urbe.
Salir de la cárcel tras una larga condena no disuadió a la pareja de enredarse de vuelta en el mundo del crimen. Este mes, la Justicia volvió a alcanzar a Montaño y Andia, esta vez dentro de una cocina de cocaína que habían instalado dentro de una vivienda del Barrio Tongui de Ingeniero Budge, de la misma ciudad.
Tras la orden del magistrado Federico Villena, el Departamento de Investigaciones Federales de la Superintendencia de InvestigacionesFederales movilizó elementos hacia la propiedad, en la que se preparaba el narcótico que abastecía a una red de traficantes de la zona, Budge y Villa Celina.
Dentro de la improvisada instalación estaba la pareja, sin protección de ningún tipo e inhalando los vapores que llenaban el espacio. Previo al allanamiento los investigadores habían intervenido sus llamadas telefónicas. Si bien tomaron leves preocupaciones como hablar entre ellos en quechua y referirse a paquetes de droga como conejos mientras conversaban por celular, los agentes dieron con ellos y los arrestaron a mediados de mayo.
Lea también: Disidentes de FARC matan a cuatro soldados colombianos en vísperas de reunión con gobierno
En todos los operativos que siguieron al caso se capturó a ocho personas y se realizaron 19 allanamientos. 25 teléfonos fueron incautados, armas de fuego, precursores químicos, ocho kilos de pasta base, etc.
El caso se volvió viral en redes sociales y generó un debate entre internautas sobre la idoneidad de los beneficios de libertad condicional y la existencia de reclusos que no contemplen en absoluto el distanciamiento de la vida criminal.