
Así lo señalan analistas políticos en una primera lectura de los resultados electorales del 16 de noviembre. El Gobierno debe replantear su accionar, tiene que cambiar sus prácticas de clientelismo en el sector público, que copia las prácticas del correísmo. Debe haber menos golpes de comunicación, menos imagen, más resultados con más certezas, anotan.
Sthepanie Macías, consultora política, sostiene que uno de los grandes perdedores de esta jornada son las encuestas, pues la ciudadanía habló de manera contundente: cuatro preguntas, cuatro noes. Eso no es matizable, ahí hay un mensaje claro.
Añade que ese mensaje no es un no de ruptura, es un “no así”. Es un voto de rechazo, sí; es un voto de malestar, también; pero no es un quiebre total con el Gobierno. Si lo fuera, añade, no se podría explicar esta dicotomía: por un lado, la gente les dice no a las cuatro preguntas y, por otro, los niveles de aprobación del presidente Noboa siguen siendo relativamente altos. Entonces, más que leerlo como “se acabó el apoyo”, hay que leerlo como “te marco límites, no te firmo un cheque en blanco”.