
Sin embargo, a pocos metros, un nutrido contingente militar impedía el cierre de la vía.
Los manifestantes reclamaban su derecho a la protesta, mientras los uniformados formaban un muro de escudos y cascos. Aun así, cerca de las 17:00, la marcha avanzó.
«Parece que el pueblo indígena está cansado de las dirigencias», dice el padre Cristian Andrade, mediador del paro de la Conaie en Otavalo
Alrededor de 300 personas marcharon por la 10 de Agosto con dirección a la avenida Patria, donde se encuentra la Unidad de Flagrancias. Desde ahí, los manifestantes se enteraron de que otro grupo se encontraba reunido en la Universidad Central del Ecuador y decidieron dirigirse hacia allá.
El juego del gato y el ratón
En el trayecto, los policías intentaban bloquear las calles para evitar que ambos grupos se juntaran, pero los manifestantes tomaban rutas alternas, giraban, subían, serpenteaban por las calles y lograron finalmente llegar a la Universidad Central, donde se multiplicaron los cánticos y los golpes de tambor.
Desde ese punto comenzó una especie dejuego del gato y el ratón. Los policías buscaban dispersar la marcha, mientras los manifestantes se movían entre las avenidas América y Ulloa.
Finalmente, la concentración se desplazó hacia el sector del Seminario Mayor, al norte del centro universitario.
El destino inicial era la Unidad de Medicina Legal, en la avenida Mariana de Jesús, donde se encontraba el cuerpo de José Guamán, el comunero de San Pablo del Lago que murió tras recibir un disparo durante los enfrentamientos en Otavalo. Su nombre se convirtió en consigna:
“¡Por José, nadie se cansa!”, gritaban algunos jóvenes.
Pero no lograron llegar. En los alrededores del Seminario Mayor, los uniformados lanzaron gases lacrimógenos para dispersar la concentración, mientras los manifestantes respondían con piedras.
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Por casi dos horas, la avenida América fue el escenario del enfrentamiento. Entre columnas de humo, los grupos se replegaban hacia los ingresos de la Universidad Central, donde improvisaron barricadas.
Pasadas las 20:00, el enfrentamiento perdió fuerza. Solo un grupo menor, de unas cien personas, permanecía en los exteriores de la Universidad Central, donde cerró la vía con piedras, un tanque metálico y un contenedor de basura.
Mientras tanto, los policías se mantenían apostados a unos 500 metros, listos para iniciar un operativo de limpieza y habilitar la circulación.
Mientras se desarrollaba la marcha, en Imbabura, el epicentro del paro que ya completa 24 días, representantes de comunidades indígenas y del Gobierno —incluido el ministro del Interior, John Reimberg—, anunciaban una tregua.
Se acordó la instalación de mesas técnicas de trabajo y la habilitación progresiva de las vías, aunque no todos los dirigentes estuvieron de acuerdo.
Quito, mientras tanto, cerró la jornada entre gases, consignas y el eco de una protesta que aún no termina de apagarse.
La FEUE denuncia que se violó la autonomía universitaria
La Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE) aseguró que se produjo «la vulneración y el atropello a la autonomía de la Universidad Central del Ecuador por parte de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional».
En un comunicado, la organización estudiantil condenó lo que considera «agresiones» contra estudiantes y una «brutal represión» por parte de la fuerza pública.
Sin embargo, un vocero de la Policía Nacional aseguró a PRIMICIAS que, aunque se lanzaron gases lacrimógenos dentro del recinto universitario, los uniformados no ingresaron a los predios de la Universidad Central.