El silencio es la regla entre las personas que trabajan en la cárcel de Turi. Ellos temen por su seguridad ante las frecuentes amenazas a las que se exponen a diario, como la retención de casi 50 agentes penitenciarios ocurrida el 24 y 25 de julio de 2023.
Tras su liberación, la gobernadora del Azuay, Consuelo Orellana, aseguró a PRIMICIAS que en la cárcel de Turi “de momento, hay una situación de calma”.
No es la primera vez que en este centro ocurre una situación así. En 2023 los agentes penitenciarios habrían sido retenidos en varias ocasiones, sobre todo cuando ocurren hechos violentos en otras cárceles del país.
Así lo han contado de forma extraoficial los familiares de los internos y personal que labora en la cárcel, que es controlada en su mayoría por integrantes de la banda criminal Los Lobos.
“Tememos por nuestra seguridad y nuestra estabilidad”, contó una persona del área médica que fue retenida en abril de 2023, cuando los internos exigían el traslado de los líderes de la banda Los Lobos desde La Roca hacia otras cárceles.
Un día antes, en La Roca, en Guayaquil, tres presos resultaron asesinados, tras enfrentamientos entre integrantes de las bandas Los Lobos y R7.
Después de eso, los internos de la cárcel de Turi retuvieron en un pabellón de máxima seguridad a los guías penitenciarios que debían salir de su turno.
“Nadie hace nada. Es terrible lo que hemos pasado, necesitamos protección o alguna garantía”, añadió la persona, que pidió reserva de su identidad por seguridad.
“Todos se sienten amenazados, pero no se atreven a denunciar por temor a las represalias”, contó otra persona que laboraba en la cárcel, cuando ocurrió un intento de amotinamiento en junio de 2023.
La gobernadora dl Azuay asegura que sí se generan las condiciones para que el personal pueda trabajar en Turi. “Cuando hay una intervención, el personal médico siempre está custodiado y los protocolos se cumplen para que puedan ingresar y salir”, sostiene.
Infraestructura en malas condiciones
Otro problema en la cárcel de Turi es la infraestructura, que no está en óptimas condiciones: La gobernadora lo admite: “El centro debe tener las condiciones para que no vuelva a suceder algo como lo que acabamos de pasar”.
Orellana explica que hay problemas en los filtros de seguridad y los accesos, que han sido dañados por los mismos presos.
Incluso, el pabellón de máxima seguridad que fue destruido en la última masacre que ocurrió en Turi, en abril de 2023, todavía no se ha intervenido. “Algunos procesos han tenido una demora y otros están en marcha”, aseguró.
El Servicio Nacional de Atención a Personas Privadas de la Libertad inició en julio de este año el proceso paracontratar la reparación del pabellón y la adecuación del área de privación provisional de libertad.
Temor en los exteriores de la cárcel
El temor por lo que ocurre en la cárcel se traslada a la zona donde está emplazada: Turi, una parroquia turística rural ubicada en el sur de Cuenca.
La cárcel de Turi ha sido una de las más conflictivas del país. En las masacres que ocurrieron en febrero de 2021 y abril de 2022, fueron asesinados 53 presos. También hay frecuentes intentos de amotinamiento.
Los vecinos se han acostumbrado a ver pasar patrullas, camiones llenos de militares y a que la vía principal se cierre cuando hay alertas.
Desde diferentes sectores de la parroquia se alcanza a ver a los internos cuando se suben a las terrazas. Eso ocurrió el 22 de junio en un intento de amotinamiento.
“Los presos estaban en la terraza, tenían radios para comunicarse, hablaban por teléfono y exhibían cuchillos”, contó a PRIMICIAS un ciudadano que observó los hechos.
El martes 4 de julio, unos 100 internos lograron llegar al patio exterior de la cárcel para reclamar atención médica. Quedaron a solo unos metros de la calle, separados sólo por una puerta de hierro.
Actualmente, en la cárcel está instalado el puesto de mando unificado para monitorear los eventos que puedan ocurrir.
Los internos de Turi, que son parte de la banda Los Lobos, también acordaron entregar las armas, como parte del supuesto acuerdo entre bandas, tras una violenta jornada de cuatro días.