Dos monstruos sagrados del Ecuador se juntaron para un viaje a Nepal con la mira puesta en el Everest. En el camino el cineasta y el montañista descubrieron una hermandad desconcertante que se materializó en un impresionante documental.
Iván Vallejo siempre quiso ser montañista y dejar un legado como soñador y deportista. Desde niño ya se dibujaba con abrigo polar y botas con crampones como si fuera la portada del libro de su vida.
Nunca dudó, siempre tuvo mentalizados los 14 ochomiles que iba a conquistar sin oxígeno. Lo logró a lo largo de 20 años y las montañas lo siguen coqueteando.
El ambateño tiene 64 años y sabe lo que quiere hasta ponerse testarudo. En 2018 se acercó al cineasta Sebastián Corderoy le dijo que quería dejar un legado, ayudar a la gente a creer en sus sueños.
“¡Sebas, hagamos una película!”, le declamó como un himno a la vida. EntreIván el optimista y Sebastián el escéptico no había más que un respeto mutuo y unas personalidades opuestas. Sebastián aceptó el proyecto sin estar seguro que se haga la película.
Viaje de vidas
En septiembre de 2019 Iván y Sebastián viajaron a Nepal con el fin de acercarse al Everest, filmar todo lo que se podía antes de realizar un segundo viaje para concretar la aventura hasta la cima del mundo.
Sebastián siempre dirigió su vida, no le gusta improvisar y dejarse llevar. Con Iván tuvo que convertirse en seguidor, caminar, descubrir, sufrir y aceptar que la naturaleza dicte sus leyes.
“Más allá de la niebla” es la séptima película de Sebastián y me atrevo a decir que es la mejor porque es la más auténtica, personal y valiente.
Veinte años después de su ópera prima “Ratas, ratones y rateros», el hermano de Viviana y Lorena filma a Iván, pero durante una hora y media son sus reflexiones y su voz que se escuchan.
Sebastián evoca las películas de Frank Capra, las obras de Albert Camus, la memoria de su hermano Juan Esteban y su padre.
Habla de sus muertes y del día que vio “En busca del arca perdida” en un cine en París y sintió a los nueve años que en ese lugar podía evidenciar la soledad y la posibilidad de ser alguien escapándose a través de las imágenes.
“El cine es como las montañas, tienes una libertad absoluta, te aíslas de tu mundo pero siempre estás con tu cabeza dando vueltas”, acota Sebastián que siempre privilegió el cine que hace reflexionar.
A flor de piel
Al ver la película estamos caminando al lado de Sebastián Cordero. No se lo ve pero se lo siente a través de la cámara que se desenfoca, de su respiración entrecortada y su voz gruesa. Son nueve días entre nieblas y desesperación.
En el camino presenciamos el entierro de un monje tibetano, el reencuentro de Iván con el montañista español Carlos Soria de 80 años.
De repente Iván llora ante “la belleza del caos” y Sebastián sufre una crisis de pánico a más de 5.000 metros de altura. Iván recuerda cuando estuvo a punto de morir a los 28 años atrapado bajo la nieve en el Chimborazo y Sebastián finalmente se quiebra al ver el Himalaya despejarse en el último día de escalada.
La película es un himno a la vida de dos hombres que tienen en común la pasión por su labor que consideran como una respiración vital.
“Soy muy optimista pero cuando empezamos a subir y solamente había neblina pensé que no había película peroSebas contó nuestra historia y sacó luz de la odisea”, cuenta Iván.
“Voy 40 años guiando a gente en las montañas y es un escenario donde ves al ser humano cómo es y me gustó el Sebas que descubrí”, añade.
¿Y qué opina Sebastián acerca de Iván? “Me impresiona su sensibilidad y al mismo tiempo su fortaleza. Él está constantemente a flor de piel”, contesta.
“Al otro lado de la niebla” es una película necesaria, la historia de dos referentes ecuatorianos que buscanllegar al Everest y terminan viviendo una catarsis en la inmensidad del Himalaya.
La última imagen del documental enseña a Iván con la mirada triste bajando la montaña para regresar a casa. Definitivamente para él la vida es de momentos y los que más atesora están poblados de montañas que tocan el cielo aunque le falte oxígeno.