Nueva York.- Con 155 centímetros de estatura, Mariana carga sobre su espalda y cuello el peso de Matías, su bebé de un año, por las calles de Queens. El pequeño va envuelto en una sábana estampada color durazno, como si fuera un capullo.
Así Mariana consigue tener los brazos libres.
En el izquierdo carga una maleta con pañales, pañitos húmedos, el biberón y una manta. En el derecho lleva una canasta con galletas y chocolates que vende en USD 2 cada uno mientras deambula por las calles. Con eso cubre los gastos básicos de ella y su bebé en Nueva York.
La rutina de esta madre ecuatoriana de 23 años empieza a las 07:00 y se extiende por 10 horas y obtendrá al final del día entre USD 60 a USD 80.
Es mediodía en la estación Corona Plaza, en el condado de Queens. Mariana mira a un lado y al otro. Cuando está segura de que ningún policía o trabajador la observa, entra al vagón de la línea 7 del Metro, destapa su canasta y ofrece los dulces.
Mariana llegó con su bebé hace cuatro meses tras realizar un recorrido por tierra que le tomó 45 días. El peligroso trayecto le dejó un sinfín de moretones en las piernas y brazos, además de una deuda en Ecuador por USD 15.000 con el “chulco”.
Inició su recorrido desde una comunidad de Chimborazo y tuvo que cruzar la Selva del Darién: un peaje obligatorio para los ecuatorianos que desean llegar a los Estados Unidos de manera ilegal.
Salió de Ecuador por la doble crisis que atraviesa el país: económica y de seguridad.
Llegó con la idea del «sueño americano», pero se encontró con otra realidad: alto costo de vida, exceso en la oferta de mano de obra y una sociedad donde el inglés es el idioma dominante.
Eso la empujó hacia el comercio informal como forma de supervivencia. La historia de Mariana se replica en todo Nueva York, con distintos matices.
En el distrito de Manhattan, Lucía Velastegui pela un mango en medio de la icónica estación de metro de Grand Central. Esta quiteña de 32 años llegó hace 11 meses junto con su esposo y dos de sus cuatro hijos. Ha hecho de un rincón ubicado bajo unas escaleras su lugar de trabajo.
Ahí ofrece fruta picada con chamoy y tajín (salsa dulce y picante) por USD 5. Al final del día habrá ganado USD 100. A ella fueron las deudas y la falta de oportunidades, junto a la inseguridad, las que le obligaron a dejar Ecuador.
Tiene cuatro hijos: Jordy, Britanny, Jeicob y Dany. Los dos primeros se quedaron en Ecuador, los otros la acompañaron en su recorrido por la temida Selva del Darién: “Es durísimo, no hay comida, sufrimos asaltos y algunas niñas son violadas”, cuenta mientras pela un mango.
En Nueva York el panorama no ha sido tan alentador. Pues solo halló oportunidad en el comercio informal y vive con el constante temor de las personas con problemas mentales que deambulan en las estaciones del metro.
Ha recibido insultos más veces de las que puede contar, pero también la han intentado golpear y hasta arrojar a las vías del metro.
Niños trabajadores en Nueva York
Por suerte, sus hijos suelen quedarse donde una prima suya. Pero cuando ella no puede cuidarlos, le toca llevarlos a trabajar con ella.
Una penosa realidad de la crisis migratoria que soporta Nueva York es la presencia, cada vez más habitual, de niños trabajadores en las calles de esa enorme ciudad.
A pocos pasos de la Quinta Avenida están Luis y Anahí, dos hermanos menores de edad que se abren paso entre la multitudempujando una carretilla de mangos y sandía picada que venden a USD 5.
Escenas como esa son tristemente comunes en América Latina, pero hasta hace poco, eran extrañas en Nueva York.
Los hermanos llegaron hace dos meses junto a sus padres y otro hermano. Por las mañanas estudian y en su tiempo libre ayudan a su mamá en las ventas callejeras. Ella lleva otra carretilla de frutas, un poco más adelante de los pequeños.
Se niega a hablar, no quiere contar su historia ni explicar por qué sus niños deben trabajar.
“Las madres pueden perder la custodia”
Todos estos ecuatorianos que deambulan en las calles de Nueva York vendiendo frutas o dulces de manera informal, son parte de los 45.862 ecuatorianos que, según las autoridades ecuatorianas, cruzaron el Darién entre octubre de 2022 y julio de 2023.
Las autoridades ecuatorianas están conscientes de que mujeres y niños han recurrido al comercio informal como modo de subsistencia, y también de las consecuencias que pueden acarrear para las familias.
El cónsul general del Ecuador en Nueva York, José Sandoval, dijo a PRIMICIAS, que la presencia de niños ecuatorianos trabajando en las calles constituye “una violación de los derechos del menor y puede desencadenar el retiro de la custodia”.
Desde su oficina en Manhattan, el Cónsul reconoce que no existen cifras oficiales sobre la situación de los inmigrantes ecuatorianos y son “imposibles de tener”.
No obstante, los datos referenciales que permiten comprender la magnitudde la última ola migratoria fueron entregados por el Comisionado para los Migrantes de la Alcaldía de Nueva York: hay 16.000 ecuatorianos en albergues de esa ciudad.
Esto constituye casi un 15% del total de 110.000 inmigrantes a los que Nueva York les da vivienda y comida.
También existen casos de ecuatorianos que deciden regresar al país de manera voluntaria y a quienes se les proporciona un “pasaporte de emergencia”. Desde enero de 2023 el Consulado ha expedido 300 pasaportes de este tipo.
Ese consulado emite, además, unos 3.000 pasaportes mensuales.
El canciller ecuatoriano Gustavo Manrique mantuvo el 22 de septiembre de 2023 una reunión reservada con el alcalde de Nueva York, Eric Adams, para tratar la situación de los inmigrantes ecuatorianos en esta ciudad. Los resultados de esta reunión aún no han sido públicos.
El 6 de septiembre de 2023, Adams aseguró, al referirse a la inmigración irregular, “no veo que esto termine, y esto va a destruir la ciudad de Nueva York”.
El alcalde agregó “alguna vez recibimos gente de Venezuela, ahora llegan de Ecuador, ahora tenemos de Rusia viniendo por México, de África occidental, ahora recibimos gente de todo el mundo”.
Según el Cónsul existe una buena voluntad y un diálogo directo con las autoridades de Nueva York: “les hemos pedido tolerancia respecto a la fiscalización de madres que realicen ventas ambulantes”.
Recuerda que por ahora no existe alejamiento de los niños y que se han llegado a acuerdos con el Comisionado para los Migrantes de la Alcaldía para que cualquier medida que se pueda dictar en el futuro se haga en coordinación con el Consulado de Ecuador.