La diversidad lingüística del mundo se encuentra bajo amenaza. De las 7.000 lenguas existentes, muchas están desapareciendo a un ritmo alarmante: cada 40 días una lengua se extingue, lo que equivale a unas nueve por año. Según la Unesco, los pronósticos de que la mitad de las lenguas mundiales se perderán antes de que termine el siglo son, en realidad, optimistas. Sin embargo, detrás de estas alarmantes cifras, comunidades, activistas y organizaciones están trabajando incansablemente para preservar no solo palabras, sino las culturas e historias que dependen de ellas.
La amenaza a las lenguas: causas y consecuencias
La pérdida de una lengua va más allá de un cambio lingüístico; implica la desaparición de la historia y la cultura asociadas a ella. Como señaló a The Guardian Tochi Precious, activista nigeriana involucrada en la preservación del igbo, “cuando (una lengua) muere, todo lo relacionado con ella también desaparece: las personas, la historia y la cultura”.
Las causas de esta crisis son variadas. En primer lugar, muchas lenguas han dejado de usarse en el hogar, mientras que en el ámbito formal, como las escuelas o los lugares de trabajo, son reemplazadas por idiomas dominantes como el inglés o el hindi. Esto crea una dinámica en la que las lenguas minoritarias quedan relegadas, consideradas como “menos útiles” o estigmatizadas, como ocurre con el angika en India. Según Amrit Sufi, activista que trabaja para preservar esta lengua, muchos hablantes sienten vergüenza al usarla, lo que acelera su declive.
Además, la creciente globalización homogeneizó la música, las películas y los sistemas educativos, lo que erosionó aún más la transmisión intergeneracional de las lenguas. Como explica Sufi, “la cultura oral está desapareciendo porque las nuevas generaciones prefieren consumir música producida industrialmente en lugar de sentarse en grupos a cantar”.
La pérdida de estas lenguas también tiene consecuencias sociales profundas. Las comunidades pierden acceso a formas de conocimiento únicas que no pueden ser traducidas fácilmente. Por ejemplo, tradiciones agrícolas, canciones folclóricas y relatos históricos se pierden junto con las lenguas que los albergan.
Esfuerzos para revertir la crisis: herramientas digitales y educación
En respuesta a esta situación, una ola de activismo lingüístico está tomando fuerza. Organizaciones como Wikitongues y plataformas como Wikipedia están desempeñando un papel crucial al proporcionar recursos para documentar y preservar lenguas en peligro. Hasta la fecha, Wikitongues ha ayudado a registrar unas 700 lenguas, incluyendo ejemplos destacados como el igbo, el angika y el rohingya.
Documentación lingüística y tecnología
La preservación de una lengua comienza con su documentación. Activistas como Amrit Sufi han grabado decenas de videos en angika, transcribiendo y traduciendo canciones populares para que no se pierdan en el olvido. “Es urgente documentar y hacerlo accesible para que otras personas puedan verlo, no solo archivarlo en una biblioteca”, explica Sufi.
En Nigeria, Tochi Precious lidera un esfuerzo similar con el igbo, utilizando plataformas digitales para crear registros de palabras, significados y formas de uso. Estas herramientas preservan la lengua y facilitan la creación de diccionarios y recursos educativos.
Otra estrategia clave fue la creación de materiales escritos para lenguas que antes solo existían en forma oral. En el caso de los rohinyás, una comunidad desplazada que vive principalmente en campos de refugiados en Bangladesh, se desarrolló el alfabeto Hanifi. Con este sistema de escritura, se han distribuido libros en más de 500 escuelas dentro de los campamentos. Sahat Zia Hero, miembro del Centro de Memoria Cultural Rohingya, destaca que estos libros preservan la lengua y también permiten a los niños acceder a una educación.
Educación y revitalización comunitaria
Si bien la documentación es un paso esencial, la preservación final depende de que las comunidades vuelvan a adoptar sus lenguas. Este es uno de los retos más grandes, especialmente cuando las lenguas se perciben como inútiles o sin valor en comparación con idiomas dominantes. Precious explica que, en Nigeria, los padres dejaron de enseñar igbo porque “creían que si no hablas inglés, no perteneces, no eres parte de la sociedad”.
Sin embargo, campañas educativas y comunitarias comenzaron a revertir esta percepción. La integración de lenguas nativas en escuelas, radios comunitarias y redes sociales está devolviendo a las comunidades un sentido de orgullo y conexión cultural. Precious celebra el renacimiento del igbo, afirmando: “Definitivamente, el igbo no se está extinguiendo”.
Retos futuros y el papel de la tecnología
A pesar de los avances, persisten numerosos desafíos. Financiar proyectos de preservación sigue siendo complicado, especialmente en comunidades marginalizadas. Además, el uso de tecnología plantea dilemas éticos. Algunas herramientas de inteligencia artificial que prometen automatizar la documentación lingüística enfrentan críticas por el posible “robo” de materiales escritos utilizados para entrenar algoritmos.
Aun así, los activistas continúan encontrando formas innovadoras de preservar lenguas y fomentar su uso.Desde bibliotecas digitales hasta redes sociales, estas herramientas documentan el pasado y ayudan a imaginar un futuro en el que la diversidad lingüística sea valorada y protegida.