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Barrio Bolaños: 60 familias sobreviven en una ladera desde hace casi 100 años

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Si hay algo que los habitantes del barrio Bolaños de Quito han aprendido desde quese asentaron en la ladera que separa la avenida Simón Bolívar de la vía Interoceánica es a sobreponerse de las dificultades.

Así lo demostraron las primeras familias que lo fundaron hace casi 100 años, tras separarse del icónico barrio de Guápulo, al que pertenecieron hasta consolidarse en un terreno en el que parecía imposible hacerlo.

La dificultad para ingresar a la pronunciada pendiente en la que se ubican las viviendas fue uno de los principales problemas con el que tuvieron que lidiar para acceder a servicios básicos.

Recién en la década de los 80 sus habitantes empezaron a tener agua potable, transporte público y luz eléctrica. El alcantarillado tardó otros 20 años.

Quienes ahora vienen en las 60 casas que forman el barrio recuerdan que sus padres y abuelos llegaron con al esperanza de un mejor futuro, pero tuvieron que acostumbrarse a vivir bajo la amenaza constante de ser desalojados.

Son las 15:00 del 26 de septiembre de 2024. Los moradores del lugar están reunidos afuera de una improvisada carpa que el Gobierno instaló para atender a las víctimas del incendio que dos días antes consumió al menos cuatro casas.

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Habitantes del barrio Bolaños, el 26 de septiembre de 2024Jonathan Machado / Primicias

“Cada que hay un problema quieren sacarnos de aquí. Ya pasó cuando construyeron el túnel Guayasamín, cuando anunciaron la Solución Guayasamín y ahora con el incendio”, dice Luis Ninahualpa, quién vive más de 50 años en el lugar.

Este hombre de 85 años relata que “todos los alcaldes han querido sacarnos bajo cualquier excusa, con tal de beneficiar a los barrios pudientes que nos rodean. A ellos nunca les dicen nada”.

Su hija, Verónica Ninahualpa, asegura que el incendio, que también afectó a barrios acomodados como Bellavista y la González Suárez, dejó en la calle a muchas familias.

Sin embargo, mientras recibe la ayuda humanitaria que en los últimos días ha llegado en gran cantidad, dice que “esta desgracia no tiene que ver con la ubicación del barrio porque  ni los temblores han derribado las casas, pues están hechas de concreto y cangagua y aún así nos quieren sacar”.

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Habitantes del barrio Bolaños reciben ayuda humanitaria, el 26 de septiembre de 2024.API

Casi sin despegar la mirada del cerro Auqui, una elevación que se levanta al frente del barrio y que perdió casi toda su vegetación por las llamas, Claudio Otalima, alcanza a decir que el incendio consumió su casa, electrodomésticos, ropa y plantaciones de papa y maíz.

Él es parte de una de las cuatro familias que vieron cómo el fuego consumió sus viviendas y pertenencias.

“Solo queremos que nos ayuden a recuperar lo que teníamos y que no se aprovechen de esta desgracia para sacarnos”, señala.

Un día después del incendio, el alcalde Pabel Muñoz recorrió la zona y recordó que barrios como este, que se encuentran en zonas de riesgo, no pueden ser regularizados. Agregó que las autoridades analizan su reubicación en diferentes puntos de la ciudad.

Sobre este tema, hay posiciones contrarias entre los vecinos. Por ejemplo, Verónica Ninahualpa no está dispuesta a abandonar su vivienda, mientras que Ángela Maleza, una mujer que vive más de 30 años en el barrio, dice que está abierta a escuchar las opciones que plantee el Municipio.

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Dos habitantes del barrio Bolaños se abrazan tras perder sus viviendas en el incendio del 24 de septiembre de 2024.API

En lo que coinciden es que están cansados de vivir pensando en que algún día serán obligados a salir de sus viviendas.

Sin transporte y enfermos

La falta de transporte público es el principal problema que tienen los habitantes del barrio Bolaños.

Este inconveniente empezó en 1996, cuando colapsó la antigua vía que unía a Cumbayá y Guápulo. Por esa arteria circulaban buses que los habitantes del lugar utilizaban para desplazarse.

Desde entonces han habido intentos por dotar de este servicio al barrio, pero sin ningún resultado concreto. Por el contrario, la inauguración del túnel Guayasamín, en 2005, sepultó las posibilidades de que cuenten con una línea de buses.

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Habitantes del barrio Bolaños en la avenida Interoceánica, el 25 de septiembre de 2024.Jonathan Machado / Primicias

“Recuerdo que tuvimos transporte hasta 1996 cuando mi hijo tuvo dos años. Tomábamos el bus para ir a Guápulo a ver a mis papás. Él ahora tiene 30 años y no sabe lo que es tener un bus a la mano”, dice David Ninahualpa.

Mientras que su vecina, María Sarango, recuerda que el inicio del funcionamiento del túnel Guayasamín “fue un golpe durísimo para todos nosotros”.

Y es que cada vez que alguien necesita ir a trabajar o estudiar debe caminar más de 1 kilómetro en medio del esmog y ruido que emanan las motos y autos que circulan por el túnel.

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Autos circulan por el Túnel Guayasamín, en el norte de Quito, el 4 de noviembre de 2021.API

“No tenemos otra opción. Solo podemos cubrirnos la boca con una mascarilla o una bufanda”, se queja Ángel Díaz.

Agrega que este problema ha traído consecuencias para la salud, sobre todo para niños y adultos mayores. “Ellos se enferman constantemente. Tienen dolores de garganta y de oídos. ¿Se imagina lo que significa caminar en medio de aire contaminado todos los días?, pregunta.

Solución Vial Guayasamín

La Solución Vial Guayasamín es un proyecto vial con el que la empresa China Road And Bridge Corporation (CRBC) asegura que mejorará la circulación vehicular entre Quito y Cumbayá.

Si bien este proyecto está entrampado en una querella judicial entre el Municipio de Quito y CRBC, los moradores del barrio Bolaños lo califican como una nueva amenaza.

“No sabemos por dónde va a pasar la vía o qué piensan hacer con el barrio. Seguro nos querrán mandar”, adelanta Luis Ninahualpa.

Para él, la falta de información oficial del Municipio y de la empresa china los tienen en zozobra. “Lo poco que sabemos es lo que vemos en la prensa porque nadie ha venido a darnos detalles del proyecto”, agrega.

Tras el incendio del 24 de septiembre, los habitantes del barrio Bolaños regresaron a sus casas a dormir intranquilos y pensando en que nuevamente se abre la posibilidad del desalojo.

Aunque aseguran que defenderán las tierras que han tenido desde hace casi 100 años.

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