En Ecuador una de cada tres estudiantes universitarias ha sido víctima de algún tipo de violencia en el entorno educativo. Es el caso de Eliana, una exalumna de la carrera de Derecho en la Universidad de Cuenca, quien afirma haber vivido acoso sexual e intimidaciones por parte de un docente de Derechos Humanos. El profesor fue destituido, pero ahora intenta volver con una acción de protección, ya que menciona que todas las acusaciones son falsas y que su remoción se debe a un tema político de la institución.
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Tras un proceso de recuperación psicológica, Eliana decidió romper el silencio en abril del 2024 a través de una publicación en la red social Facebook. Contó que en su trayectoria estudiantil sufrió y palpó diversos actos de acoso por parte de tres docentes. Uno de ellos, Teodoro V., quien habría solicitado que los alumnos se dieran besos a cambio de puntos extra para pasar la materia.
La víctima relató a Vistazo que los hechos se remontan al año 2016, cuando cursaba el primer semestre de la carrera de Derecho. Ella estaba emocionada por iniciar su camino para convertirse en abogada, sin imaginar que para lograrlo tendría que atravesar una serie de obstáculos.
Recuerda que Teodoro V. “creaba exclusión y tenía conductas discriminatorias”. Por ejemplo, “clasificaba a los estudiantes por su nivel intelectual y colocaba música del género metal a todo volumen mientras rendían los exámenes”. Él, en cambio, manifiesta que no es cierto y que incluso en ocasiones pedía a sus estudiantes que pongan seudónimos para calificar solo el contenido.
Sin embargo, hubo una propuesta que desestabilizó emocionalmente a Eliana: le habría solicitado que pase al frente de la clase con una compañera y se besaran por 15 segundos para que todo el curso apruebe una evaluación. Ella se negó, pero otras personas sí habrían accedido por la presión.
Eliana pasó la materia por méritos propios, pero en los siguientes semestres tuvo que volver a lidiar con este tipo de intimidaciones por parte de aquel docente. Dice que no lo denunciaba por miedo y tampoco tenía la posibilidad de cambiarse de universidad. Al final, consiguió graduarse como abogada, pero pagó un alto costo.
“Me generó muchas dificultades anímicas, depresión severa y cuadros de ansiedad intensos”, comentó la joven, quien recuerda que una vez confrontó al profesor y le narró todo el daño que le había hecho. Él sonrió y le dijo que coma máchica.
Luego de pasar por un proceso de sanación, Eliana decidió contar su experiencia. “Quería romper el miedo y decir basta a un sistema de corrupción, abusos y normalización de estos actos porque no es causalidad la realidad que vemos en el país y es necesario hacer un cambio desde nosotros mismos”.