El pasado 22 de agosto, Jimmy Lippert-Thyden abrazó con intensidad a su madre biológica, María Angélica Sánchez, tras decirle «te amo» por primera vez, algo que no pudo hacer hasta que tuvo 42 años y descubrió la verdad detrás de su adopción.
Jimmy creció en Estados Unidos junto al matrimonio «Lippert-Thyne», que lo acogió en su hogar y crió como su propio hijo. Si bien siempre supo que ellos no eran sus padres reales, nunca estuvo al tanto de que había sido arrebatado de las manos de Sánchez tras su nacimiento.
Esto sucedió en 1980. Después del parto de la mujer chilena, oriunda de Valdivia, una enfermera del Hospital del Salvador de Santiago, en la capital chilena, le comunicó que su bebé había fallecido. Sumida en dolor, preguntó qué sucedió. Solo supo que supuestamente murió en una incubadora tras nacer prematuro, y que el personal del centro médico se había deshecho de su cuerpo sin notificárselo antes.
“Yo siempre supe que era adoptado. Mis padres no me lo ocultaron y crecí en un hogar transparente y lleno de amor (…) lo que no sabía, ni tampoco mis padres adoptivos, es que fue una adopción falsa, falsificada”, contó Jimmy, quien ahora es un abogado penalista en Virginia, a BBC Mundo.
“Creía que mi mamá me había dado porque quería que tuviera más oportunidades, una vida mejor. Por eso pensaba que era una historia con final feliz”, acotó, recalcando la sorpresa por la que pasó al descubrir que fue separado forzosamente de su madre biológica al nacer.
Lo que dio pie a las sospechas fue la cantidad de versiones que eran referidas en sus papeles de adopción de ambos países. Eran tres. Una indicaba que su madre no había comparecido en el hospital, otra que Sánchez lo entregó a la edad de dos años y la última incluso señalaba que la mujer había fallecido durante el parto. Sin estar seguro de ninguna, la duda se hundió en él.