Una multitudinaria misa campal y un sentido homenaje pusieron este jueves el colofón a la campaña electoral de Fernando Villavicencio, el candidato a la Presidencia de Ecuador asesinado la pasada semana, cuya familia, amigos y seguidores le rindieron tributo para no callar su voz.
«Fernando, valiente; Christian, presidente» fue el lema que corearon los seguidores del periodista y exasambleísta en el cierre de campaña del movimiento Construye, celebrado bajo fuertes medidas de seguridad, con agentes de operaciones especiales armados encima del escenario y francotiradores apostados desde los edificios contiguos.
Allí se escenificó el paso adelante dado por Christian Zurita, el compañero de Villavicencio en sus investigaciones periodísticas sobre corrupción que le hicieron ganar notoriedad, quien ha asumido la candidatura presidencial de su colega, reconocido por ser un acérrimo enemigo del expresidente Rafael Correa(2007-2017).
«Mi corazón me obliga a tomar determinaciones que nunca esperaba. Nunca me preparé para la política», reconoció Zurita, que asumió el reto «por cumplir con lo ético y por no permitir la destrucción de nuestro proyecto y que jamás silencien la voz de un luchador».
«Creo que hay que luchar por una democracia que debe entenderse como el sentido de una nación. No hay posibilidad de rendirnos», dijo el candidato que, sin abandonar su casco y chaleco antibalas, animó a construir un país de paz sin venganzas pero con determinación.
El lápiz, su arma
Zurita aseguró que la mejor arma que tuvo con Villavicencio fue un lápiz que exhibió mientras contaba que con él hicieron «de la palabra un rito y es por esa fuerza de luchar por la verdad y escribir la historia más difícil de nuestro país que estoy aquí presente».
«No hay miedo, no tengamos miedo de cambiar este país. Tenemos que luchar por él sin temor. Acepto este enorme reto de conducir este país tan complejo bajo un corazón abierto y transparente, libre de corrupción. Confíen y crean que es posible. Fernando estaría orgulloso», concluyó.
Zurita recibió de la madre de Villavicencio, Gloria Valencia, una estatua de un toro rojo que dijo simbolizar la valentía de su hijo y advirtió que quien se atreva a manchar el nombre de Fernando «caerá muy bajo».
Por su parte, la candidata a vicepresidenta, Andrea González Náder, aseguró que este homenaje resultó «una fiesta de valientes» en medio de «una democracia en luto», y consideró que este domingo los ecuatorianos tienen que decidir «entre patria o mafia».
«Este domingo nos jugamos la patria y es el partido más importante. Nuestra venganza será en las urnas, y será una venganza de paz», señaló González Náder.
«Quisieron asustarnos y se creían que llevándose a nuestro líder se llevaban nuestra fuerza, pero esa sangre es muy fecunda y no tienen idea de lo que han levantado», agregó.
Destrozados, no derrotados
La nota musical al homenaje la pusieron la expareja de Villavicencio, la periodista Patricia Sandoval, y sus dos hijas Tamia y Amanda Villavicencio, quienes interpretaron canciones que le gustaban a su padre como «La vasija de barro» y «Elegía», de Joan Manuel Serrat.
«A todos nos han herido, pero desde ese golpe salimos adelante, porque Fernando nos está viendo y acompañando en cada uno de nuestros espíritus rebeldes», dijo Sandoval.
El asesinato de Villavicencio elevó a cotas sin procedentes la ola de violencia en la que está sumido Ecuador desde hace más de dos años, atribuido al crimen organizado y al narcotráfico, que ha hecho que en cinco años pasara de una tasa de 5,8 a 25,62 homicidios intencionales por cada 100.000 habitantes, la cifra más alta de su historia.
Días antes del asesinato, Villavicencio, que era uno de los ocho inscritos en estos comicios para suceder al actual presidente, Guillermo Lasso, había denunciado amenazas de muerte en su contra, presuntamente procedentes de Adolfo Macías «Fito», capo de la banda criminal Los Choneros. EFE