
La noticia de su muerte circuló entre músicos, periodistas y seguidores como un golpe seco. Méndez había permanecido hospitalizado desde hacía semanas, en un proceso médico complejo que obligó a su familia a solicitar apoyo para cubrir los costos de su atención. Quienes lo visitaron en esos días describen una fragilidad que contrastaba con la energía con la que solía tomar una guitarra.
La comunidad rockera, tan acostumbrada a sobrevivir en resistencia, se volcó a acompañar a su familia. Su hijo, Matías, organizó una colecta digital para afrontar una segunda intervención quirúrgica que finalmente no llegó a concretarse. En esos días de incertidumbre, músicos, productores y seguidores revivían anécdotas, conciertos y grabaciones en las que Méndez dejó una huella luminosa.
Kerigma: una banda adelantada a su tiempo
Kerigma surgió a mediados de los ochenta, cuando tocar rock en México era un acto de terquedad y entusiasmo. En un país donde la escena estaba fragmentada y muchas puertas permanecían cerradas, la banda construyó su propio camino.
Encuentran sin vida a influencer de belleza
Aquella aventura nació de la unión de dos proyectos adolescentes: la primera agrupación de Sergio Silva y un grupo que el joven Tony integró siendo apenas un niño. Sus inicios fueron casi míticos: tocadas improvisadas, escenarios prestados y un espíritu de experimentación que más tarde cristalizaría en el disco Esquizofrenia, un trabajo que respiraba audacia en cada pista.
El reconocimiento nacional llegó después, cuando temas como “Tres lunares” se convirtieron en favoritos de diversas estaciones de radio, un fenómeno inusual para una banda sin sello transnacional. Ese impulso permitió que Kerigma se transformara en semillero de voces que más tarde brillarían en el pop mexicano: cantantes que empezaron como coristas de la banda acabaron construyendo carreras propias, un testimonio del talento que se cocinaba en ese pequeño laboratorio creativo.